Entrevista en el Diario Vasco

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Os dejo la entrevista que me hizo la cronista Cristina Limia en pleno confinamiento por el coronavirus.

 

La joven legazpiarra relata en qué fase se encuentra su segundo libro y cómo lleva estos días de confinamiento en casa

 Legazpi.

Desde que anunció que habría una segunda parte de ‘El secreto de Gibola’ son muchas las personas que preguntan a la legazpiarra Ane Odriozola cuándo llegará. Y es que su novela de misterio cuenta con un regimiento de lectores ávidos de conocer cómo continúa la gran trama, desencadenada cuando la joven Nerea realiza un enigmático descubrimiento en el desván del caserío de su abuelo, donde halla una cuna y el retrato de una niña sobre cuya existencia era completamente desconocedora. En esta entrevista, Ane cuenta en qué fase se encuentra su segundo libro y cómo lleva el confinamiento en casa por el estado de alarma.

–Al margen de todos los éxitos que ha cosechado con ‘El secreto de Gibola’, recientemente ha ganado el primer premio de los ‘Iparragirre Sariak’ convocados por los ayuntamientos de Urretxu y Zumarraga en la categoría de literatura en euskera. Su salto a la escritura en euskera no ha podido ser mejor.

–La verdad es que sí. A lo largo de este último año me han preguntado infinidad de veces cuándo iba a escribir en euskera, y al ser algo que no había hecho nunca, me pareció una buena idea comenzar escribiendo un relato. Llegaron a mis manos las bases de los ‘Iparragirre Sariak’ y me animé a participar, más que nada para ponerme a mí misma a prueba y ver qué tal se me daba escribir en euskera. Terminé el relato, me gustó el resultado y lo envié. Ganar el concurso fue una sorpresa y también una alegría.

–Actualmente se encuentra trabajando en la segunda parte de ‘El secreto de Gibola’, ¿la experiencia está siendo diferente ahora?

–Está siendo diferente por varios motivos. La primera novela la escribí sin que nadie supiera que lo estaba haciendo. Me tomé mi tiempo, sin prisas y sin que hubiera ninguna expectativa al respecto. Con la segunda es diferente. Son muchos los que me comentan que están esperando a que la publique para leerla, y el ritmo al escribir ha cambiado. Ahora soy más constante y me lo tomo casi como una obligación, pero eso sí, una obligación con la que disfruto mucho. Por otra parte, la historia de ‘El secreto de Gibola’ la empecé de cero, en cambio en esta segunda parte muchas piezas del puzzle me vienen dadas ya. Parto de unos personajes que ya tienen su propio recorrido. En la primera novela contaba cosas de cada uno de ellos que en esta segunda tengo que respetar, y eso complica la trama. Aún así, el reto está siendo mayor, y eso me gusta.

–¿En qué fase se encuentra?

–La historia está escrita ya, por lo tanto, lo más importante ya lo tengo. Ahora hay que corregirla, maquetarla, buscar una portada… Muchas veces pones el punto final al manuscrito y parece que ya está todo hecho, pero después hay mucho trabajo que hacer.

–¿Qué puede avanzarnos de esta segunda parte?

–’El secreto de Gibola’ está contada en dos tiempos: la historia actual (2010) y la antigua (finaliza en 1929). En esta segunda parte sabremos lo que ocurrió con la historia antigua veinticinco años después. Se centrará en Legazpi a mediados de los años cincuenta, por lo que muchos de los lectores reconocerán el Legazpi de aquella época, puesto que lo han conocido. Personajes nuevos se unirán a los que ya conocemos y cada uno de ellos tendrá su propia historia. Y aunque parezca que no están relacionados unos con otros, la trama terminará uniéndolos a todos.

–¿Cree que verá la luz este 2020?

–Mi idea era publicarla este otoño, aunque con la que está cayendo ahora, no sé si finalmente podrá ser. Intentaré que todo vaya según lo planeado y que antes de navidades esté publicada.

–¿Cómo lleva estos días de confinamiento en casa?

–Pues creo que como todo el mundo, con mucha paciencia e intentando llevarlo lo mejor posible. Algunos días tengo que ir a trabajar a Arrasate, pero voy de casa al trabajo y del trabajo a casa. Tengo dos niños pequeños y la verdad es que se están adaptando muy bien. Hemos establecido unos horarios y tenemos tiempo para todo: hacer los deberes, dibujar, cocinar, jugar, leer, bailar… y cuando toca ver una película o jugar un rato con la tablet, aprovecho ese tiempo para escribir. Es una situación a la que no estamos acostumbrados, pero estoy convencida de que merece la pena hacerlo bien para recuperar y disfrutar nuestro día a día lo antes posible.

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